La mente humana nos sorprende olvidando toda clase de malos momentos, abusos y dolor. Lo hace para que sigamos adelante y podamos vivir tranquilos sin rememorar una y otra vez las malas pasadas y quedarnos pretificados ante el miedo o la vergüenza.
Por ejemplo, olvidamos el dolor del parto para poder tener más hijos. Si no fuera así probablemente la humanidad se extinguiría o se hubiera inventado algo para que los hombres también pudieran vivir esa repugnante, reconozcámoslo, experiencia.
Pues bien, aunque la naturaleza lo intenta, a veces no cumple al 100% con sus trucos y pensamos y repensamos las cosas. Cerramos los ojos y vemos las mismas imágenes otra vez. Volvemos a sentir rabia y lloramos cuando nadie nos ve.
A todos nos gustaría olvidar ciertas cosas. Quizá valga la pena odiarlas para huir de ellas hacia un futuro mejor. Repite conmigo: «te odio tanto que no vale la pena que piense más en ti».
No te sientes mejor inmediatamente pero a la larga ¡funciona!